POESÍA AL CACHORRO
Su autor, Jose Luis Tirado Fernández, se la dedicó a su abuelo que aunque enfermo iba a rezar al Cachorro todos los viernes.
Cumpliendo fiel su promesa,
cada viernes por la tarde,
olvidaba sus dolores
para venir a rezarle;
no le importaba la lluvia,
ni oía consejos de nadie,
apoyado en su bastón
y derrochando coraje,
su calle de la amargura
era Castilla adelante,
hasta llegar al Calvario
que aquí llamamos Zurraque.
No te calles, llamador,
y suena sobre mis carnes
el metal de tus latidos,
que solo con escucharte,
voy resucitando un tiempo
lejano en el almanaque,
pero fresco en la retina
y almacenado en mi sangre;
inspira con tu sonido
a quienes van a empeñarse
en asumir el relevo
para seguir adelante,
en la devoción de antaño,
lo que veneramos antes,
la generación futura
que está presente en el aire.
Aún recuerdo con cariño
lo que me enseñó mi padre:
el que no quiere al Cachorro
no puede querer a nadie.
No te calles, llamador,
y suena por todas partes,
en las plazas y en los patios,
en ambientes familiares,
en rincones y tabernas,
en mercados y arrabales,
que suene tu voz de bronce
en los barrios y en las calles,
que vuelvan a mi memoria
cariños devocionales
de pasiones y de entrega,
y de enseñanzas cabales.
Cachorro, tú, para siempre
bendita siempre tu madre,
que bajó hasta el Patrocinio
para poder alumbrarte,
en esa Triana pura
que aquí llamamos Zurraque.
Gracias por poner mi poema en tu blog, me siento muy honrado. Un saludo fraternal, José Luis.
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