SEDE DE
Cofradía El Descendimiento y Santo Cristo de la Buena Muerte
Es el templo de la antigua Casa Profesa de la Compañía de Jesús en la ciudad de Valladolid (España).
El origen de la iglesia de San Miguel y San Julián de Valladolid está en la fundación de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús en 1543 por los Padres jesuitas Pedro Fabro y Antonio de Araoz que vienen desde Lisboa. Van a traer la devoción de San Antonio de Padua, poniendo la casa bajo su advocación.
La protagonista de la fundación de un patronazgo a favor de la Compañía va a ser la Condesa de Fuensaldaña Dª Magdalena de Borja y de Oñez y de Loyola, que estaba emparentada con los Jesuitas. En su testamento dona todos sus bienes bajo la condición que pusieran como titular a su tío-abuelo Francisco de Borja si llega a ser cononizado, y así fue.
Al producirse la expulsión de los Jesuitas en 1767, por orden de Carlos III de España, el edificio se destinó a parroquial de San Miguel, San Julián y Santa Basilisa en 1775.
La iglesia, construida en el último cuarto del siglo XVI, es uno de los más claros exponentes de la arquitectura jesuítica. No existiendo noticias sobre la autoría de las trazas, se ha barajado la posibilidad de que fueran artífices de la Compañía, algo no muy acreditado por las enormes similaridades que existen en la iglesia con la escuela clasicista vallisoletana, con lo que sus autores serían artistas del foco vallisoletano, como Juan de Nates, Juan del Ribero Rada o alguien de su órbita.
Desde los inicios del siglo XVII, fue patronato de los Condes de Fuensaldaña y desde 1775, es de patronato real.
La iglesia acoge una buena colección de retablos, esculturas y pinturas, varias de ellas de Gregorio Fernández y Diego Valentín Díaz
El edificio está construido con ladrillo y tapial, pero se reserva la piedra para capiteles, portada, encintados de placa, etc...
La fachada principal
se dispone en dos cuerpos aletones y frontón, siguiendo el modelo del arquitecto Viñolas, está todo trazado con un sentido proporcional.
La superficie se divide en espacios rectangulares, por medio de listeles, hay una gran armonía muy estudiada en tal división espacial, a la división en dos cuerpos, se opone el verticalismo proporcionado por el avance de la calle central, frente a las alas remetidas, que corresponden a los contrafuertes y capillas laterales.
La portada es de piedra y adintelada. Coronada por un frontón curvo y partido.
Arranca de aquí la hornacina, donde antes estuvo la escultura de San Ignacio, y hoy se halla la de San Miguel Arcángel, que ocupara el nicho principal de la vieja parroquia de San Miguel.
A los lados vemos dos escudos de los Condes de Fuensaldaña para que quede patente su patronazgo. Más arriba tenemos el escudo real de Carlos III, colocado en el 1775, para sustituir al JHS jesuítico.
Sobre el frontón y esquinas de las alas, hay basamentos coronados con bolas de piedra, peculiar motivo ornamental postescurialense.
Interior
Su planta se inscribe en un gran rectángulo y es de cruz latina con una sola nave de tres tramos con capillas entre los contrafuertes que poseen atajos entre ellas, crucero y capilla mayor.
Se trata de una planta consagrada en Villagarcía de Campos y que reultaba muy adecuada para la Compañía de Jesús, pues tenía un amplio espacio diáfano para la predicación y las capillas laterales, por venta a particulares, eran una buena fuente de ingresos.
Los alzados interiores de la nave se solucionan de una manera similar a la de Villagarcía de Campos y a de la iglesia de las Huelgas Reales de Valladolid: los arcos que comunican las capillas laterales con la nave central son de medio punto, moldurados, y se disponen entre pilastras corintias que sujetan un entablamento del mismo orden, en donde se encuentran los escudos de los Condes de Fuensaldaña, patronos del templo, como ya se ha dicho; sobre el entablemento se hallan las ventanas para ilumicación de la nave, solucionadas como huecos termales que alternan óculos y espejos.
Los pilares torales del crucero se revisten también con pilastras corintias. Los hastiales del crucero y de los pies de la nave son planos y por encima del entablamento se abre en cada uno de ellos un gran hueco termal.
La cubrición se realiza mediante bóvedas de cañón con lunetos en la nave y los brazos del crucero, con cúpula vaída sobre pechinas en el tramo central del crucero y con bóveda de aristas las capillas laterales.
Todas las cubriciones muestran decoración a base de yeserías geométricas.
En el tramo de los pies, muestra un coro alto construido en 1904 con una viga de hormigón y que sustituye a una tribuna más pequeña.
El rectángulo se completa con dos dependencias de planta cuadrada a ambos lados de la cabecera: el relicario al lado del Evangelio y antepresbiterio en el de la Epístola.
Detrás de la cabecera y con eje transversal a la nave, se sitúan la sacristía, de planta rectangular y grandes dimensiones, cubierta con bóveda de cañón con lunetos decorada con yeserías con puntas de diamante, y la antesacristía, también rectangular y con dos tramos, cubiertos con cañón con lunetos que asimismo incorpora yeserías.
En el exterior, sobresale la cúpula del crucero, revestida con un bajo cimborrio cuadrado rematado con tejado a cuatro aguas.
RETABLO MAYOR
Construido a finales del siglo XVI, es obra de de varios autores y muestra una estructura similar al del Monasterio de San Lorenzo del Escorial.
Presenta banco, dos cuerpos y ático y cinco calles separadas por columnas jónicas en el primer cuerpo y corintias en el segundo.
Es obra de Gregorio Fernández y de Adrián Álvarez.
Fernández realizó el sagrario y tabernáculo que se encuentra en la calle central, en el primer cuerpo.
San Pablo
San Pedro
San Julián y Santa Basilisa
Encima, en el segundo cuerpo, se halla una escultura de San Miguel también obra de Fernández junto con las cuatro esculturas de las dos calles de los extremos del retablo, talladas para el retablo de la antigua iglesia de San Miguel y colocadas aquí en 1775.
Santiago
Igualmente realizó las triunfales esculturas de San Miguel y San Gabriel, colocadas en la embocadura del presbiterio.
Álvarez talló los relieves sobre la vida de Jesucristo (Nacimiento, Presentación en el templo, Resurrección y Venida del Espíritu Santo).
Coronando el retablo, se encuentran los escudos de los Condes de Fuensaldaña, patronos del templo
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