EMPALOS DE VALVERDE DE LA VERA
Durante la noche que va del Jueves Santo al Viernes Santo, hacia las 12 de la noche, por las calles de todo el pueblo se congregan valverdanos y forasteros, para presenciar el paso de los empalaos en su Vía Crucis penitencial.
El hecho de vestirse de empalao se centra en una promesa realizada a la Cofradía de la Vera Cruz y de los Empalaos.
Esta tradición proviene de un acto de penitencia, en él el penitente realizará un vía crucis por las calles de Valverde.
Una vez ha llegado el Jueves Santo, a una hora determinada por el penitente, éste se reúne en una casa particular o en una "ramá", con un conjunto de hombres de confianza para él y de gran experiencia a la hora de vestir a penitentes como empalaos.
Sus conocimientos son de vital importancia, ya que de ello dependerá que la soga que se le enrolla y otros elementos que porta, no inflijan graves daños en la piel desnuda del empalao.
Al penitente, que se presenta desnudo y descalzo ante estos hombres, se le pone la primera de las prendas, una saya blanca, ajustada a la cintura que oculta sus vergüenzas, hecho esto, el empalao flexiona los brazos sobre la cabeza y comienza la parte más importante del largo proceso, liar una basta soga alrededor del pecho.
Vuelta a vuelta hasta casi las axilas, intentando no pellizcar la carne del empalao ni dejar espacios, ya que esto supondría la aparición de hematomas y rozaduras por el movimiento y la presión ejercida tras todo el Vía Crucis.
Una vez cubierto el tórax el penitente pone los brazos en cruz, y sobre los hombros se le pone un madero ( antiguamente era el madero de un timón de arado ) que será sujeto a los brazos del empalao con la misma soga hasta las manos.
Hecho esto, mientras unos hombres terminan las ataduras de las manos, otros fijan en la espalda dos grandes espadas cruzadas.
Le cubren la cara con un velo blanco, y le colocan sobre la cabeza una corona de espinas.
A estas alturas, lo único que falta es anclar a la altura de los codos, tres bilortas de hierro de los arados, las cuales, cuando estén en movimiento producirán un tintineo que acompañará al empalao durante las diferentes estaciones del Via Crucis.
Rodeados de misterio y anonimato el empalao acompañado del cirineo que le alumbra y ayuda en caso de que caiga al suelo, los empalaos recorren en absoluto silencio los diferentes lugares como el castillo, la iglesia o la plaza así como las típicas calles de Valverde.
El cirineo, tapado con una manta para evitar ser reconocido, alumbrará y guiará al empalao en caso de desconcierto, y en el peor de los casos si este pierde el equilibrio o tropieza y cae al suelo, le ayudara a ponerse de nuevo en pie para que siga su camino.
Es sobrecogedor ver el recorrido del empalao por la voluntad que pone en llevar a cabo su empeño. Así como también impresiona ver un cruce de empalaos, cuando esto ocurre ambos se arrodillan en señal de respeto. Y prosiguen con la estación de penitencia.
Una vez terminado el Via Crucis, el empalao retorna al lugar donde fué vestido, para ahora ser desnudado.
Las hábiles manos de los hombres le quitan sin tiempo que esperar al ya fatigado empalao, las bilortas y las espadas para desliar rápidamente la soga que cubre brazos y pecho.
Cuando el penitente está libre de la soga, se le revisa la piel y se le dan friegas con alcohol de romero para activarle la circulación de la sangre.
Video del 2010
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