La Cofradía del Santísimo Cristo de las Injurias, conocido como la del Silencio, se funda el 13 de marzo de 1925.
El Santísimo Cristo de las Injurias es una de las imágenes mas veneradas y admiradas en la Semana Santa de Zamora.
Sin embargo, a comienzos del siglo XX pasaba totalmente desapercibida para la gran mayoría de zamoranos, ya que se conservaba semioculta desde 1835 en la S.I. Catedral, en la capilla donde está sepultado el Obispo D. Tomás Belesta.Imagen Stmo.
En 1902 la soberbia escultura saldrá de la oscuridad de su retiro catedralicio merced a la idea lanzada por dos zamoranos, D. Francisco Antón Casaseca y D. Carlos Rodríguez Díaz, colaboradores de los diarios locales “El Correo de Zamora” y “El Heraldo de Zamora”.
El primero de ellos, publica un artículo, el 10 de Marzo de 1902, citando: “existe en la Catedral de Zamora una obra soberbia, una escultura de mérito sobresaliente, conocida por muy pocos…”, Francisco Antón propone que esta imagen figure en las procesiones de Semana Santa” La idea es acogida con entusiasmo por la Cofradía del Santo Entierro, si bien el Cabildo inicialmente se niega a ceder la imagen, en ese momento D. Isidoro Rubio, alcalde de Zamora de la época, se dirige al Obispo de la Diócesis D. Luís Felipe Ortiz rogándole que autorice la salida de esta imagen en procesión.
El cabildo, ante la intercesión del Obispado, cede y acepta.
A las 19:30 horas del día 26 de marzo de 1902 para solemnizar el traslado del Crucificado desde la Catedral hasta el Convento de Santa Clara, sede provisional de la Cofradía del Santo Entierro, se organiza una procesión popular, siendo el Stmo. Cristo portado a hombros sobre una mesa cubierta por un sencillo terrazo.
Asisten a la procesión numerosos fieles con velas encendidas, encabezadas por el Barandales.
La mañana del sábado Santo el Stmo. Cristo fue trasladado y colocado de nuevo en su capilla.
Al año siguiente, 1903, se pretende que la bendita imagen regrese a la S.I. Catedral formando parte de la procesión de Nuestra Madre de las Angustias, que en aquel entonces realizaba una estación en la Seo zamorana, con el fin de devolver procesionalmente el Cristo y con el decoro debido.
Lo cierto es que el traslado de la imagen se efectuó la mañana del sábado Santo y no precisamente con la solemnidad debida, lo cual contrarió profundamente al Cabildo catedralicio, que determinó la retirada del Crucificado de la procesión del Santo Entierro.
El 22 de noviembre de 1924 renace la Junta de Fomento de Semana Santa, presidida por D. Ursicino Álvarez. En su visita al Sr. Obispo D. Antonio Álvaro Ballano, le informa del proyecto de reincorporación del Cristo de las Injurias a la procesión del Viernes Santo. El Prelado se mostró poco receptivo a la propuesta pero tras la incorporación del clérigo zamorano D. Manuel Boizas López a la Junta de Fomento como Vicepresidente, consigue tras varias negociaciones convencer tanto al Obispado como al Cabildo, y así en el acta de la Junta de Fomento correspondiente al 1 de enero de 1925 dice: “Se nombró una Comisión compuesta por los Sres. Funcia, Hernández y Sevilla para estar con el Cabildo de la Santa Iglesia Catedral, para ver si permitía a esta Junta que saliera el Cristo de las Injurias, el miércoles Santo, para lo cual se formaría una Cofradía”…
Finalmente el 5 de febrero de 1925 el Cabildo autoriza la salida del Cristo de las Injurias.
Dos días después se reúne la Junta de Fomento para dar cuenta de la feliz conclusión de las negociaciones. …y siempre que se reúna número suficiente de hermanos para poder darle el mayor culto y solemnidad al Santísimo Cristo de las Injurias, quedó instituida la nueva procesión y cofradía que se denominará “Del Silencio”…
La procesión de la nueva cofradía se iniciará en la Catedral el miércoles Santo, después del oficio de Tinieblas, dirigiéndose hasta la iglesia de San Esteban, para hacerle entrega a la Cofradía del Santo Entierro.
La cofradía será exclusivamente para hombres y los hermanos vestirán túnica de estameña blanca, caperuz de veludillo rojo, cíngulo de color blanco y decenario, calzado negro y, como atributo, un hachón sujeto a la cintura.
Se encargaron 150 hachones para el alumbrado de la procesión, con el objeto de que todos fueses del mismo tipo y resultasen más económicos.
El coste del hábito oscilaba entre las 35 y las 40 pesetas; y la cuota anual entre 2 y 3 pesetas. Los componentes de la Junta de Fomento, con su Presidente a la cabeza, son los primeros inscritos en la Cofradía, y, apenas transcurrido un mes de su constitución, el número de hermanos se eleva a 126.
En la reunión de la Junta de Fomento del 13 de febrero, se presenta una lista de hermanos que se ofrecen a cargar el paso del Cristo de las Injurias, acordándose que como se trataba de un paso de mucho peso que se eligiera tres hermanos de carga por cada cofradía, llevándolo el primer día los de las tres primeras procesiones (Vera Cruz, Congregación y Santo Entierro) y los de la Resurrección el Viernes por la tarde, siendo nombrado como encargado del paso D. Ildefonso Rodríguez Carrascal. En misma reunión y a propuesta del Tesorero D. Julio Santos Funcia, se acuerda expedir un título a nombre de cada uno de los hermanos de la Cofradía.
El 15 de febrero es sometida la imagen a un minucioso reconocimiento, dictaminando la sustitución de la cruz dado su mal estado. D. Julio Santos Funcia dona la nueva cruz, realizada según el modelo de la antigua. Se dice que en su interior se guardó dentro de un tubo, un documento firmado por los componentes de la Junta de Fomento, donde se relataba la constitución de la cofradía y se solicitaba, a quienes lo hallaren una oración por el alma de los firmantes. También se incluía la pluma utilizada y un ejemplar de la guía oficial de la Semana Santa de 1925.
El 13 de marzo se aprueban los Estatutos, y se elige Presidente y Junta Directiva, siendo designado el médico D. Pedro Almendral. Quedando constituida la primera Directiva de la Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias – Cofradía del Silencio
A las ocho de la noche del miércoles Santo de 1925, después de oficiarse en la S.I. Catedral solemnes Maitines y Laúdes, previo juramento que prestaron un centenar de hermanos en el interior del templo, realiza su primera salida la Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias - Cofradía del Silencio.
Tras una larga espera de 22 años, la impresionante imagen del Santísimo Cristo de las Injurias aparece por la puerta norte de la Seo zamorana. Fuerzas del Regimiento de Toledo, con banda de cornetas y tambores, cierran la comitiva que se dirige por la Rúa buscando la iglesia de San Esteban. Concluida la procesión, en el interior del templo, la Capilla de Música de la Catedral reforzada con hermanos de la Cofradía y bajo la dirección del Maestro de Capilla catedralicio Gaspar de Arabaolaza, interpreta el Himno Plegaria al Santísimo Cristo de las Injurias, compuesto por el propio maestro con letra de un poeta de Astorga.
La Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias, Cofradía del Silencio, era una realidad. La puesta en escena de la Cofradía resultaba absolutamente innovadora. En los años veinte tan sólo las cofradías de la Vera Cruz, Jesús Nazareno y Santo Entierro desfilaban ataviadas con hábito, los fundadores del Silencio se decantan por una novedosa túnica de estameña blanca y caperuz de veludillo rojo.
IMAGEN TÍTULAR CRISTO DE LAS INJURIAS
CAPILLA DE SAN BERNARDO EN LA CATEDRAL
NAZARES
La túnica se compone de caperuz de terciopelo rojo y hábito de estameña blanca (tejido tradicional en la mayoría de las Cofradías zamoranas) que se ciñe con cordón blanco y decenario.
Los cofrades portan un hachón de madera blanco con una vela apoyado en la cintura.
JURAMENTO
En el atrio de la catedral tiene lugar el Juramento del Silencio;
El Alcalde, en representación de la ciudad, realiza la ofrenda del silencio al Cristo de las Injurias: guardarán absoluto silencio durante todo el desfile.
El juramento es tomado por el Obispo, con los hermanos de rodillas.
PROCESIÓN MIÉRCOLES SANTO
Abren el desfile tres hermanos a caballo y tres palafreneros.
La Hermandad porta dos pebeteros portados a hombros. Heraldos al inicio y hacia la mitad de la procesión hacen sonar clarines anunciando el silencio, que se constituye en símbolo de austeridad y recogimiento religioso
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