lunes, 11 de abril de 2022

JESÚS ANTE PILATOS

 JUZGADLO VOSOTROS


 Llegaron los Jefes del pueblo de Dios al Palacio del Jefe del pueblo pagano, llevando atado al Hijo de Dios.



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 Pilato era un hombre escéptico. No creía en los dioses de su Imperio, ni creía que hubiese un solo Dios verdadero, ni menos que este Dios estuviese en el pueblo judío, al cual despreciaba cordialmente, considerándolo plebe vencida, rebaño que él podía esquilmar más que provincia a la que debía gobernar.






 Hombre de carácter violento y antojadizo, era por lo mismo irresoluto, débil, y queriendo imponerse a los judíos por la arbitrariedad y la fuerza, fue varias veces vencido por ellos.

 La sentencia contra Jesús será la derrota que recordará su triste nombre a todos los siglos.

 Le presentan los judíos al reo, pero ellos no suben al pretorio; según las tradiciones. quedaba impuro el judío que penetraba en la casa de un gentil. ¡y ellos quieren permanecer puros para celebrar la Pascua!

Salió, pues, Pilato a la entrada del atrio y les pregunto secamente:

 —¿Qué acusación presentáis contra este hombre? Los príncipes le contestan con insolencia, dándose por ofendidos de que dudase de ellos: —¡Si éste no fuera malhechor, no te lo entregaríamos!


Entonces Pilato, cogiendo sus palabras y deseando librarse del asunto, les dice: —Lleváoslo vosotros, y juzgadlo según vuestra ley. Dicen entonces los judíos:


 —No estamos autorizados para dar muerte a nadie.


Así descubren su intento, que era darle pena de muerte, y muerte de cruz. Para eso venían a Pilato, y si el no lo ha entendido desde el principio, se lo dicen ya claramente. Con eso se iba a cumplir la profecía de Jesús que había ya predicho su muerte en cruz, cuando tal profecía era completamente increíble.

Al escuchar Pilato que quieren imponerle pena de muerte, pregunta cuál es el delito de aquel hombre. Ellos le acusan a gritos:

 —Le hemos hallado revolviendo nuestra gente, prohibiendo pagar tributo al César, y diciendo que él es Cristo Rey. Astutamente cambian ante Pilato todo el aspecto de la causa. Ellos, en su tribunal religioso, lo han condenado a muerte por blasfemo. Y por blasfemo quieren matarlo: porque se llama Hijo de Dios.


 Pero saben que una acusación religiosa dejará impasible al Presidente pagano: por eso, ante él fingen crímenes políticos. A través de los siglos se repetirá la historia, y los predicadores de Cristo, cuando anuncien verdades que remuerden a los grandes de la tierra, oirán la misma acusación: «Este hombre se mete en política.»

Tres fueron las acusaciones contra el Nazareno, y falsas las tres. El no revolvía al pueblo, mandaba perdonar, y obedecer, y desprenderse de las cosas de la tierra. No prohibía dar tributos: afirmaba que había que dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. No se proclamaba Rey: huyó de las gentes entusiasmadas, cuando querían coronarle después del gran milagro de los panes.



Por sí mismo quiere Pilato conocer qué hay de cierto en acusaciones tan graves: entra en una de sus habitaciones, y manda que le traigan solo al acusado. Jesús, pues, comparece ante el Presidente. Y el Presidente le pregunta:

 —¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús le contestó: —¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? Pilato replicó: 385 ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí: ¿Qué has hecho? Jesús le contestó: —Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.


 Entiende Pilato que Jesús se proclama señor de un reino misterioso, un reino distinto de los demás reinos del mundo. Adopta, pues, un tono más solemne, como planteando la pregunta oficial en nombre del que entonces era tenido por rey de reyes, el emperador de Roma, y le pregunta: —Conque tú, ¿eres rey? Jesús no puede callar. En el tribunal religioso le preguntaron si era Hijo de Dios, y respondió que sí.

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 En el tribunal civil le preguntan si es Rey, y tiene que afirmarlo también, mártir eterno de la verdad: —Tú lo dices: Soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz. Sublime manera de hablar, que indica en el reo una preexistencia anterior a su venida al mundo. «Yo para eso he nacido y venido...»

 Pilato, hombre incrédulo y positivista, sin entender el discurso del Nazareno, pero viendo en el algo extraño que acaso temía acabar de conocer, se contenta con decir desdeñosamente: —Y ¿qué es la verdad...? Y diciendo esto, sale de nuevo a los judíos y les dice; —No encuentro ninguna culpa en este hombre.

 No ha querido aguardar respuesta de Jesús a su importantísima pregunta. No se la hizo para averiguar una cuestión filosófica, en la que tiene pereza de pensar: sino para darle a entender que todo aquello es inútil y él un pobre iluso, puesto que nadie sabe qué es la verdad...

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 Pobre Pilato, la Verdad es ese Hombre que tienes delante, con las manos atadas, el rostro abofeteado, y cuya inocencia tú mismo proclamas ante el pueblo. Irritados los judíos de que Pilato no encuentre causa suficiente, para condenar a Jesús, empiezan a lanzar contra él nuevas y gravísimas acusaciones.

 El Presidente, que había salido a ellos con el reo como para devolvérselo, pregunta al Nazareno: —¿No oyes cuántos testimonios dicen contra ti? Como Jesús nada respondía, el gobernador estaba muy extrañado.

 Los judíos insistían en acusarle con más fuerza: —Está revolviendo al pueblo por toda la Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí. Pilato, en cuanto oyó Galilea, preguntó si aquel hombre era —¿No oyes cuántos testimonios dicen contra ti? Como Jesús nada respondía, el gobernador estaba muy extrañado.
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 Los judíos insistían en acusarle con más fuerza: —Está revolviendo al pueblo por toda la Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí. Pilato, en cuanto oyó Galilea, preguntó si aquel hombre era galileo. Y en cuanto supo que era de la jurisdicción de Herodes, lo remitió a Herodes, que por aquellos días estaba en Jerusalén. Ha sido la primera escapatoria de Pilato para no condenar al que reconoce como inocente y para no quedar mal con los judíos: ¡qué Herodes se las componga con el Nazareno!
Comentario El Drama de Jesús

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