lunes, 23 de enero de 2017

EL DESCENDIMIENTO DE VALLADOLID

Imagen de
La Cofradía de la Vera Cruz

Obra de Gregorio Fernández, 1623; Virgen, de Pedro Sedano, 1757



 Es propiedad y lo conserva la Cofradía de la Vera Cruz en su iglesia homónima, pero procesiona como paso titular de esta cofradía.

Parece inspirado en pinturas de Pedro de Campaña y lo forman siete figuras. Cristo, descendido de la Cruz por Nicodemo y José de Arimatea, un sayón que desclava a Cristo al pie de la Cruz, la Virgen, San Juan y María Magdalena.

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 Fue entregado en 1624 y desfiló desde 1625, pero la cofradía no cumplió con los pagos y la viuda del escultor María Pérez pleitó con ella en 1661 reclamándoles unos 100 ducados.

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 El paso mantiene la misma postura y orden originales excepto por la Virgen, que es la hoy conocida Virgen de la Vera Cruz y que por la devoción que suscitó desfila sola desde 1745, y fue sustituida aquí por la actual.

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Al paso se le llama "El Reventón" porque en 1741, según relata Ventura Pérez, al entrar en su iglesia, se inclinó de forma que un costalero se vio aprisionado por la mole contra la pilastra de la puerta. Pesa 3500 kg y desfila sobre una plataforma costeada en 1891 por el entonces arzobispo D. Mariano Miguel.


domingo, 22 de enero de 2017

SANTÍSIMO CRISTO DE LA LUZ DE VALLADOLID



Gregorio Fernández, h. 1630 Capilla Universitaria del Palacio-Colegio de Santa Cruz. Universidad Valladolid Propiedad del Museo Nacional de Escultura.

 Esta imagen, único por lo dramático, además de por lo sorprendente de su naturalismo.
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 No fue realizado para la salida procesional sino para el espacio privado de devoción, en una de las capillas del antiguo monasterio de San Benito el Real. Juan José Martín González apunta que esta talla se ubicó en la capilla del licenciado Esteban Daza.
Allí la pudo situar el prior del monasterio, fray Benito Vaca, entre 1693 y 1697, después de que el patronato que lo encargara se extinguiese. También pudieron contratarlo los propios monjes benedictinos. Confirmaba Rafael Floranes que ya, en su siglo XVIII, se le llamaba como Cristo “de la Luz”.

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El viajero Isidoro Bosarte, a principios del XIX, antes de la exclaustración y desamortización, le describía con palabras muy elogiosas: “la buena simetría, el decoro, la elegancia del estilo, la nobleza del carácter y la divinidad”. Se trataba, sin duda, de una obra de madurez del maestro escultor. Matías Sangrador, de nuevo en el siglo XIX, ya lo denominaba como “la perla de Gregorio Fernández”.

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De aquel espacio salió con motivo de la desamortización.
Inicialmente, fue “seleccionado” por el pintor Valentín Carderera en 1836 para constituir, con las mejores obras en pintura y escultura, un Museo Nacional. El proyecto no se culminó y salió hacia el antiguo Museo Provincial de Bellas Artes en 1843, establecido en el Colegio de Santa Cruz. Veinte años después se trasladó a la capilla del Colegio de San Gregorio —todavía no era la sede del Museo de Escultura—.

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En 1913, volvió a las colecciones artísticas del Colegio de Santa Cruz hasta que fue depositado en la Universidad de Valladolid, en esta capilla universitaria en 1940 y la institución museística se ubicó en el mencionado Colegio de San Gregorio en 1932.

Igualmente, fuera de su monasterio original lo contempló como Sangrador, el conde de la Viñaza en 1889, calificándolo como “bellísimo y sublime”. Resulta extraña la reacción de un investigador tan interesante como fue Juan Agapito y Revilla —artífice de la reconstrucción de los pasos con el arzobispo Gandásegui hace un siglo—: “sólo es maravilloso para el vulgo”. Se corrigió cuando continuó describiéndolo como “magnífico, conmovedor y bello”.


 El gran protector del patrimonio, en tiempos de la II República, que fue Ricardo Orueta, había escrito por aquellos mismos años veinte que este “Cristo de la Luz” no representaba la “muerte simbólica de Dios” sino más bien “la real y verdadera de un hombre que sufre en su carne al morir, y que, todavía después de muerto, causa una impresión triste con la huella borrosa de su dolor pasado”.

Delgado en extremo, mimado en cada poro de su piel, en prolongada sensación de agonía. Los ojos entornados son realmente impresionantes, atravesado uno de ellos por una espina desde el párpado. El cuerpo desnudo cumple con la elegancia.


Todo un reflejo de amor estremecedor en la madera. El propio maestro tuvo que supervisar la policromía como indica Jesús Urrea, asegurándose que ésta acentuase el patetismo de lo tallado. Su presencia en la Universidad de Valladolid, posibilitó que se fundase la Hermandad de Docentes, a partir de unos Ejercicios Espirituales del jesuita Ginés Recio y la iniciativa del rector Cayetano Mergelina.

 Después se transformó, con su refundación en 1993, en Hermandad Universitaria del Santísimo Cristo de la Luz. Esta magnífica obra se puede contemplar a la entrada del singular edificio que es el Colegio de Santa Cruz, construido sin limitación de dinero por el cardenal Pedro González de Mendoza, en una estética nueva como era la del Renacimiento.

SANTÍSIMO CRISTO DE A EXALTACIÓN DE VALLADOLID

Imagen de
La Cofradía de la Exaltación de la Santa Cruz y Ntra. Sra. de los Dolores

 


Obra realizada por Francisco Fernández Enríquez e hijo en 1999.


NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES DE VALLADOLID

Imagen de

 La Cofradía de la Exaltación de la Santa Cruz y Ntra. Sra. de los Dolores (



Anónimo vallisoletano, h. 1600.



 Virgen Dolorosa, imagen de vestir, muy semejante a la Virgen de la Soledad de la Vera Cruz.

SANNTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE DE VALLADOLID

Imagem de
Cofradía de la Exaltación de la Santa Cruz y Ntra. Sra. de los Dolores (

 

Un Cristo Crucificado anónimo del siglo






sábado, 21 de enero de 2017

LA ELEVACIÓN DE LA CRUZ DE VALLADOLID

Francisco del Rincón, 1604.


 Se conserva en el Museo Nacional de Escultura.

 El originalmente conocido como "Paso del Levantamiento" es pionero de la imaginería procesional vallisoletana, por ser el primero realizado en madera policromada en vez de papelón.

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 Fue contratado por la Cofradía de la Pasión por 1200 reales, y en él pudo participar Gregorio Fernández, de cuyo taller era aún oficial el autor.

Se cree que éste se inspiró en un dibujo de Antonio del Castillo que representa La Elevación de la Cruz. Al Cristo y los cuatro sayones originales se le añadieron los dos ladrones en 1657, quizá tallados por Francisco Díaz de Tudanca.
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 El paso provocó tal entusiasmo que Lucas Sanz de Torrecilla hizo una copia para ser procesionado en Palencia.

 El paso venía procesionando con otro Cristo distinto, ahora incluido en el paso Todo está consumado, hasta que en 1995 se "descubrió" el original en el almacén del Museo, tomado hasta entonces por una figura del Buen Ladrón.



NUESTRA SEÑORA SANTÍSIMA DE LA PASIÓN DE VALLADOLID

Imagen de
La Cofradía de la Sagrada Pasión de Cristo



 Pequeña talla cuya iconografía corresponde a una Piedad y toma su nombre del de la cofradía; históricamente fue una de las imágenes devocionales más importantes de la ciudad, presidiendo la vida de la hermandad desde el retablo mayor de su iglesia penitencial.

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Las investigaciones de Luis Luna apuntan a que pudo constituir un paso procesional con más imágenes (San Juan, María Magdalena y los dos ladrones), hoy desaparecidas. En cualquier caso, consta su presencia cerrando la procesión de regla de la cofradía cada Jueves Santo desde sus inicios hasta comienzos del siglo XX.

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Con el cierre de la iglesia de la Pasión en 1926, pasó temporalmente a ocupar un retablo en el Santuario Nacional de la Gran Promesa hasta que fue felizmente recuperada por la cofradía en el año 2001.



Según los estudios del profesor de historia del arte, Jesús María Parrado del Olmo, la imagen es obra del escultor palentino Francisco Giralte, hacia 1553.



Desde su restauración en el año 2004, cada primer domingo del mes de octubre sale en procesión por las calles de la ciudad acudiendo hasta la antigua iglesia de la Pasión en recuerdo de la fecha fundacional de la cofradía y de todos los hermanos cofrades fallecidos.