martes, 26 de enero de 2016
SANTA MARÍA LA NUEVA DE ZAMORA
SEDE DE LA PENITENTE HERMANDAD DE JESÚS YACENTE
Siglo XI Situada en el límite oriental del casco antiguo y original del siglo XI, fue víctima de un incendio por el pueblo zamorano y destruida en el llamado Motín de la Trucha de 1158, que según la leyenda, enfrentó a nobles y plebeyos en torno al mercado.
Conserva en traza románica el ábside y el muro meridional primitivos, siendo del mismo estilo la reconstrucción posterior, en torno a 1200.
La disposición original de tres naves fue sustituida durante la reforma de mitad del siglo XII por un espacio unificado con grandes arcos fajones.
En el muro norte del primer tramo de la nave se conserva la hendidura por la que, según la tradición, salieron las Sagradas Formas para alojarse en el Beaterio de Las Dueñas en el momento del incendio del Motín de la Trucha.
Se mezclan estilos arquitectónicos en su fábrica: el románico de su cabecera y el tardo-románico del resto del templo. En su origen contaba con planta basilical de tres naves y ábside semicircular que se encontraba separado por un arco toral apuntado, con comunicación con las naves.
Con su reconstrucción se transformó en una nave única, se hizo el arco toral y dos estancias adosadas a ambos lados del ábside central.
EXTERIOR
De su exterior se conserva la cabecera y destaca su ábside semicilíndrico, decorado con siete arcos sobre columnas con delgados fustes. A cada lado de este se abren dos capillas planas.4
La fachada sur, que es la portada del templo, también original del románico, se articula mediante contrafuertes, con vano de ingreso compuesto por un arco de herradura doblado que descansa en columnas con capiteles historiados. Los demás accesos, ya hechos en su reconstrucción, presentan ausencia de decoración figurada.
Portada principal con dos portadas más.
INTERIOR
De su interior destaca una pila bautismal del siglo XII, bajo el cuerpo de la torre, con relieves del bautismo de Cristo
piedra tosca zamorana y de estilo románico con siete arcos labrados y bajo ellos hay relieves de figuras alegóricas del bautismo de Cristo y figuras de profetas, apóstoles y un ángel turiferario (portador de un incensario).
y la figura del famoso Jesús Yacente del siglo XVII, tallada por Francisco Fermín.
En la capilla mayor recibe culto la escultura del Jesús Yacente que, en torno al 1630, fue tallada por Francisco Fermín, discípulo de Gregorio Fernández, para la capilla funeraria que los Enríquez poseían en el desaparecido convento que los dominicos tenían en la ciudad de Zamora
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