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domingo, 17 de febrero de 2013

VÍA CRUCIS DEL BEATO ALVAREZ DE CORDOBA

El Vía Crucis es una práctica devota eminentemente andaluza.





 El Beato dominico Albaro de Córdoba quien, en los comienzos del S.XV,



Tras años años fuera de la ciudad, estaba peregrinando por Tierra Santa, consigue con permiso del rey, fundar en España  nuevos conventos de la orden de Predicadores. Tal y como cuenta Ramírez de Arellano eligió un lugar distante de aquélla como una legua y conocido por la Torre de Berlanga. Compra el 13 de junio de 1423 y al día siguiente empezó la obra del convento de Scala Coeli en la Sierra de Córdoba


Y levanto en la Scala Caeli el primer  Via Crucis de Europa.

Fray Álvaro, hombre de su siglo, era devotísimo de la pasión del Señor.

Impulsado por ese fervor pasionario peregrinó a Tierra Santa.

Eligió la sierra de Córdoba para fundar  porque la topografía presentaba una gran semejanza con la de Jerusalén; él haría que se pareciese aún más.

 En lo alto de la ladera del lado este del convento, pasado el valle por el que se precipitan las aguas serranas, levantó una capilla que bautizó con el nombre de "Cueva de Getsemaní"; al valle lo llamó "Torrente Cedrón"; pero hay más: desde el convento —Jerusalén cordobesa— hasta un montecico situado al sur y que dista, como han podido apreciar los técnicos, tanto como el lugar de la crucifixión de la Ciudad Santa,


edificó una serie de estaciones que terminaban en el "Calvario", donde puso tres cruces.



Otras capillitas construyó en torno a Escalaceli, conmemorativas de lugares santos; pero interesa, sobre todo, destacar el Vía crucis.


 Los biógrafos y el proceso del culto inmemorial del Beato relatan escenas impresionantes de esta plástica devoción pasionaria del fundador de Escalaceli.



Se inicia el Vía Cruciz con un momento de oración comunitaria en la Capilla ante la imagen de un Cristo crucificado.

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