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jueves, 16 de febrero de 2012

RETABLOS DE CERAMICA

Los primeros fueron pintados por Francisco Nicoluso Pisano, pintor cerámista genovés.

 

Se atrevió a pintar sobre un panel de azulejos “en blanco”, sin cocer, como si de un lienzo al óleo se tratara, aplicando los esmaltes de diferentes colores a la escena representada que luego, una vez cocida en el horno, nos brindaba un nuevo modo de expresión artística que lo mismo serviría para un desarrollo ornamental de un edificio que para representar una escena religiosa o profana.
En el sur de España nació el retablo cerámico.
 La primera obra conocida de Niculoso Pisano es la Lauda sepulcral de Iñigo López en la iglesia de Señora Santa Ana, en Triana (1503).


 El retablo de la Visitación de Nuestra Señora de los Reales Alcázares de Sevilla (1504).




Uniendo a lo anterior el resurgir a lo largo del siglo XX de  las Hermandades y Cofradías no sólo de Sevilla, sino de todos los rincones de Andalucía, encontraremos las claves del fenómeno artístico y religioso que supone la instalación de retablos cerámicos.

Principalmente se colocan en las fachadas de las iglesias o capillas.

En el retablo cerámico devocional de este siglo la imagen representada es copia fiel de la escultura o pintura que se venera en el interior de la iglesia en cuya fachada está adosado.



El retablo cerámico devocional cumple la función de recordatorio al viandante cuando el templo donde se venera la imagen esté cerrado, ejerce una función sacralizadora del espacio público,
 
En otras ocasiones los retablos cerámicos se colocarán en lugares emblemáticos de tránsito de alguna cofradía, o con instituciones relacionadas, aprovechando en la mayoría de los casos los Centenarios o Aniversarios fundacionales, organizándose con solemnidad el acto de bendición, en los que además suele invitarse a las autoridades de máximo nivel y por lo general a una banda de cornetas y tambores o de música.

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