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jueves, 9 de febrero de 2012

MISERERE MEI, DEUS





Se conoce como «Miserere» (expresión latina que se traduce como Apiádate o ten piedad) al Salmo 51 de la Biblia.
Es usado en la liturgia católica en las Laudes de todos los viernes del año, dado su carácter penitencial. Juan Pablo II lo define como:
El más intenso y repetido salmo penitencial, el canto del pecado y del perdón, la más profunda meditación sobre la culpa y sobre la gracia



Es el más conocido de los salmos penitenciales (los demás son el 6, 32, 38, 102, 130 y 143) y tiene la forma de una súplica de perdón hecha por alguien que muestra claridad en el conocimiento de su culpa (cf. Sal 51, 5) y está afligido por ello (cf. Sal 51, 14).

El título del texto indica que su autor sería David, quien habría escrito este Salmo tras caer en la cuenta de su pecado con la mujer de Urías y la reconvención del profeta Natán (cf. 2Sm 11-12)
Sin embargo, el final del Salmo, que habla de una Jerusalén derruida, parece indicar una autoría posterior (entre el 587 y el 445 a. C.), o al menos que los versículos finales habrían sido añadidos posteriormente.
También se ha puesto en tela de juicio la autoría davídica porque en el salmo se menciona un pecado que habría cometido el autor solo contra Dios (cf. Sal 51, 6), en cambio el de David fue contra Urías y su esposa.



 Y las críticas al tipo de culto de holocaustos y sacrificios son también una idea posterior al tiempo davídico.
Sin embargo, no se ha podido concluir con certeza acerca de su autoría.

Fotos del Entierro Cristo en la iglesia de mi pueblo y mientras se canta el Miserere

LETRA DEL MISERERE


Ten misericordia de mi, oh Dios:
conforme a tu gran misericordia.

Y conforme a la multitud de tus piedades,
borra mi maldad.

Lávame enteramente de mi culpa,
y límpiame de mi pecado.

Porque yo conozco mi maldad,
y mi pecado está siempre ante mis ojos.

Contra ti solo he pecado, y hecho lo malo delante de ti:
porque te justifiques en tus palabras, y venzas en tu juicio.

He aquí que en iniquidades fui engendrado,
y en pecados me concibió mi madre.

He aquí que amas la verdad:
me has manifestado los misterios y secretos de tu sabiduría.

Rocíame con hisopo y seré limpio:
lávame, y seré emblanquecido más que la nieve.

Hazme oir el gozo y la alegría,
y saltarán de placer mis huesos apocados.



Aparta tu rostro de mis pecados,
y borra todas mis iniquidades.

Crea en mi, oh Dios,
un corazón puro y renueva dentro de mi un espíritu recto.
No me eches de tu presencia,
y no quites de mi tu santo espíritu.

Devuélveme el gozo de tu salvación,
sosténgame un espíritu de príncipe.

Enseñaré a los pecadores tus caminos,
y los impíos se convertirán a ti.

Líbrame de toda sangre, oh Dios, de mi salud,
y cantará mi lengua tu justicia.

Señor, abrirás mis labios,
y mi boca anunciará tu alabanza.

Porque si hubieras querido sacrificio, yo lo hubiera ofrecido:
mas no te serán agradables los holocaustos.

Para Dios es sacrificio un espíritu atribulado:
el corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo despreciarás.

Haz bien, oh Señor, con tu buena voluntad a Sión:
para que sean edificados los muros de Jerusalén.

Entonces aceptarás el sacrificio legítimo, las ofrendas y holocaustos:
entonces ofrecerán sobre tu altar becerros.

Procesión de Las Capas Pardas de Zamora donde se canta el Miserere Castellano


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