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domingo, 3 de abril de 2011

MARÍA SANTÍSIMA DE LA INMACULADA, MADRE DE LA IGLESIA DE MADRID

TITULAR

LA HERMANDAD SACRAMENTAL Y COFRADÍA DE NAZAREOS DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA FE Y DEL PERDÓN, MARÍA SANTÍSIMA INMACULADA, MADRE DE LA IGLESIA Y ARCANGEL SAN MIGUEL


 La imagen es una dolorosa de Juan Manuel Miñarro realizada en Sevilla.
El contrato  se firmó el 14 de febrera de 1995 entre el escultor y el Hermano Mayor de la cofradía madrileña, D. Enrique Estrada Roig.
 El coste de la efigie, que ascendió a un total de 900.000 pesetas, fue sufragado en su totalidad por Dª. Rosario Morales Aragancillo, Camarera Mayor Honoraria y Perpetua de la corporación.

Pasado poco más de un año, el 2 de marzo de 1996, se entregó la escultura, felizmente terminada.



Imagen de madera: cedro para la cabeza y las manos, mientras que para el busto, brazos articulados y candelero de ocho listones se empleó el pino de Flandes; por cierto, que estos últimos elementos han sido ejecutados por el prestigioso ebanista sevillano Francisco Bailac González, habitual colaborador de Juan Manuel Miñarro en estas tareas complementarias.

La cabeza de esta Dolorosa queda enmarcada por una cabellera peinada con raya central, recogida en un moño por un pasador dorado a la altura de la nuca, permitiendo la visión parcial de ambos pabellones auditivos.



 El rostro de la Virgen ha sido plasmado con rasgos juveniles, abundando en la titulación concepcionista de la imagen; como es usual en la imaginaría cristífera y mariana de Juan Manuel Miñarro, no acude a un prototipo físico concreto, sino a un modelo arquetípico de tintes naturalistas.


La faz de esta Mater Immaculata, ligeramente inclinada hacia la derecha, nos conmueve por su belleza formal y atinada expresividad; su descripción resulta suficientemente elocuente por sí misma: frente amplia y despejada; cejas bien perfiladas y ascendentes, sin fruncimiento del ceño;

 mirada frontal, algo estrábica y perdida en el infinito, verdadero centro focal de la atención del fiel, quien se reconoce reflejado en unos grandes y cautivadores ojos de cristal, tamizados por livianas pestañas postizas que evitan toda sensación de entornamiento; tres lágrimas que resbalan por unas mejillas tersas de pómulos bien marcados, dos por la derecha y una por la izquierda, describiendo el apetecido ritmo asimétrico; una nariz contundente, de raigambre clásica y perfil triangular; los labios temblorosos y entreabiertos, mostrando los dientes tallados en marfil y la lengua proyectada sobre el arco dental inferior; la barbilla redondeada con grácil hoyuelo en el centro y, por último, un cuello verazmente anatomizado con los músculos esternocleidomastoideos en tensión y la escotadura yugular señalada.


 En cuanto a las manos, estas repiten el modelo empleado por vez primera en la Virgen de la Candelaria de Aracena, obra del propio Miñarro fechada en 1995; la mano derecha presenta los dedos más flexionados que su contraria, con el fin de portar el característico pañuelo de encajes.


 La firma del artista aparece, como en otras ocasiones, bajo la lengua: "J. MIÑARRO". El busto posee una inclinación hacia el frente, a partir de la cintura, consiguiendo de este modo la deseada actitud itinerante y dinámica de la efigie.


Es la segunda y última imagen en la procesión del Domingo de Ramos.

 La imagen es llevada en un paso de palio de doce varales, hecho con plata y bordados e iluminado por ochenta cirios, dos faroles entrevarales y dos candelabros.


El paso fue realizado por el orfebre Manuel de los Ríos, y los bordados por Francisco Carrera, ambos sevillanos. El paso es portado por treinta costaleros.

En la procesión, es acompañada por la Unidad de Música del Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey 1 del CGE, una de las mejores bandas militares del país.
 Esta imagen procesionó por primera vez en el año 2000.





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